Al circo oxidado
del camino de la angustia
se entra por una puerta
de la que cuelgan,
asustadas,
las almas corroídas
las almas corroídas
de los hijos del agobio,
de los que se internaron
en la senda del desconsuelo,
de las que hicieron funambulismo
sobre los rieles de la desazón
y fueron a caer en el patio de la ignominia.
Los que no han vuelto
componen la población
del decimoséptimo departamento
de la Isla de la Pólvora Negra.
A algunos de ellos, los más,
ni tan siquiera les dan visa
para la Tierra del Infarto Emocional.
Entonces se van a vivir para siempre
a la Última Calle Poniente.
Con todos los papeles en regla.
Yo conozco a tres.
Hoy te las presento.
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