miércoles, 14 de octubre de 2009

Calle de sorpresas

Hoy me he encontrado al esposo de Sarpia y padre de Ársila.
Bueno, al que fue padre y esposo antes de morir.
El teatro lo ha matado.
Pero de la calle de la vida no hay quien lo saque.
¡Cualquierilla!
Dormía.
A las 5:50 a.m.
En la 5 de noviembre.
Esta calle al amanecer es un cajón de sorpresas.
Claro que tenés que saber mirar.
De lo contrario no verás nada.
Pero a lo que íbamos.
Dormía.
Placidamente.
Con las manos entre las piernas.
Para darse calor.
Estirado.
Nada de posición fetal.Por favor, todavía quedan caballeros.
Aunque duerman en la puta calle.
Pero con clase.
La barba.
Un espectáculo.
Nívea.
De una albura inmaculada.
Como que lo demás no importase.
Pero la barba.
Más blanca imposible.
Seguro que soñaba con vosotras dos.
Con que abandonéis el teatro y volváis a la calle.
Yo creo que debe pedírselo a Gurmia.
Capaz se lo consigue.
Hoy, a las 5:50, en la cinco de noviembre,
Yo no quería que el semáforo se pusiese verde.
Como tampoco quería despertarlo, me fui.
Eso sí, con la matata llena para el ensayo de hoy.
¡Debajo de un semáforo haremos la función de esta noche!
¡Qué gustazo!

No hay comentarios: